lunes, 7 de noviembre de 2011

MI PRIMERA CARRERA!!!




MI PRIMERA VEZ




¡Lo he conseguido! ¡Objetivo cumplido! Sin duda, esta es la única manera de comenzar este relato. Hoy he logrado algo con lo que quizá alguna vez soñé y que pone de manifiesto la gran verdad de esa manida frase de “Las vueltas que da la vida”.

Durante varios años he dedicado mi vida, mi tiempo, mis esfuerzos y toda mi ilusión a trabajar como periodista deportiva. Entrevistas, partidos, pabellones y sobre todo, carreras, muchas carreras. No había carrera popular, media maratón o maratón zaragozano en el que Adriana no estuviera en la meta, micro en mano, preparada para disparar un estudiada retahíla de preguntas a ganadores, reputados participantes aragoneses, amateurs y por supuesto a Joaquín, que siempre se guardaba alguna sonrisa bajo la manga y me la regalaba al final de cada una de las pruebas.

Aprendí como hay que estirar y calentar antes de escuchar el pistoletazo de salida. Aprendí los tiempos medios de una 5K, de una 10K, de una maratón. Aprendí la regla de oro de dosificar esfuerzos. Aprendí muchas cosas, pero a lo que nadie me enseñó fue a calzarme unas deportivas, ponerme unas mallas, acariciar con devoción el dorsal el día de antes y a mirar al cielo con una sonrisa de oreja a oreja cuando cruzas la meta tras un esfuerzo que en ese momento te parece sobre humano.

Hoy vivo en Barcelona. Sigo siendo periodista pero ya no deportiva (si en el corazón, pero ya no en funciones). Y quizá porque echo de menos las carreras, mi alcachofa y todo lo que ello conllevaba, he decidido vivir la experiencia desde el otro lado de la barrera. Esta mañana, a las 9 en punto, he llegado a Plaza España para disputar mi primera carrera. Aquí la han denominado “Cursa de la Dona 2011”.

Llovía a cántaros y a mi me cabía la duda de si estas carreras se suspenden cuando el cielo se empeña en castigar al personal. Me ha quedado claro que nada más lejos de la realidad. Había unas 12.000 mujeres, perfectamente pertrechadas con paraguas, que teñían de rosa el centro de la ciudad Condal. A pesar del temporal, a nadie se le había ocurrido quedarse en casa. He escudriñado a las participantes que me rodeaban mientras hacía fila para que me colocasen el chip en mis zapatillas nuevas (la ocasión requería estrenar…). Jóvenes, maduras, niñas, profesionales y no tanto…La verdadera muestra de que este deporte no excluye a nadie.

El inicio desde luego no ha sido como esperaba. Todas cantábamos y bailábamos con un entusiasmo tal que ni siquiera he escuchado el pistoletazo de salida. Los primeros metros han resultado un pequeño caos. Éramos tantas que las primeras zancadas se han quedado en pequeños pasitos realizados con sumo cuidado para no pisar a nadie. Yo todavía llevaba un globo rosa en la mano. Primera curva y comienza de verdad la carrera. Dosificar, dosificar y dosificar. Gracias a dios yo tenía mi “liebre personal” que desde el primer momento me ha ayudado a marcar el ritmo.

Las chicas se iban animando unas a otras y, a pesar del chaparrón, por las calles de Barcelona hemos encontrado mucha gente dispuesta a aplaudir y a hacernos volar. Mucho se habla del compañerismo en la montaña. Creo que la gente se olvida de mencionar el compañerismo en las carreras. Mi liebre ha tirado de mi conforme se iban sucediendo, plazas, rotondas, interminables rectas e incluso desagradables charcos. La
calle del Comte Borrel, la calle de Sepúlveda, Gran Vía de Les Corts Catalanes, Calabria, Floridablanca…

Quizá ha sido solo una sensación pero creo que no he dejado de sonreír abiertamente en los 6 kilómetros de recorrido. Muchas mujeres andaban, pero era mi primera carrera y mi principal objetivo era concluir sin detenerme. La ilusión, el afán de superación y el recuerdo de los atletas cuando los veía desde la barrera alcachofa en mano, me han ayudado a llegar a mi destino con éxito.

La parte más dura, al menos para mi, ha sido el último escollo. Una recta inmensa, “El Paral-lel”, con la Plaza de España como telón de fondo. Parecía un oasis en medio de desierto. ¡Un oasis que no llegaba nunca! Entonces, cual ángeles caídos del cielo, han aparecido a mi vera dos muchachos ataviados con sendas pelucas y llamativos vestidos, y me han azuzado “¡Venga, que tu puedes chica!” me decían. Y si, he podido. Tras unos 40 minutos de esfuerzo, he cruzado el arco “del triunfo” mirando al cielo y envuelta en una enorme felicidad.

He vivido una gran fiesta. He participado de un gran evento deportivo repleto de complicidad y compromiso. He puesto mi granito de arena en la lucha contra el cáncer de mama. Y, lo más importante, he dado mi primer pasito en el mundo de las carreras porque tengo claro que no será la última. ¿Alguien se apunta a la próxima San Silvestre en Barcelona?


Texto y foto: Adriana Arpa.

1 comentario:

  1. Con tanto apoyo y complicidad como bien dices todo sale bien..venga a por la proxima.¡¡

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